El foco de atención se centra en el alumnado en riesgo de exclusión educativa, y por consiguiente de fracaso escolar.
Es importante poder pensar que estas dos palabras Exclusión y Fracaso, no son sólo palabras que tienen un contenido determinado y poseen un determinado significado, sino más bien, son palabras que están llenas de un contenido cualitativo, ya que son los alumnos los que cargan con estas palabras, es una mochila que ello deben llevar en sus vidas, por que fueron excluidos y han fracasado en el sistema educativo, por diversos motivos, no olvidemos que tienen rostros concretos, nombres concretos e historias concretas. Y en el imaginario colectivo, el fracaso es de los alumnos, no de la escuela.
Entendemos por “exclusión educativa” para referirnos entre otras cosas, a estudiantes que quedan fuera del sistema educativo sin haber conseguido la titulación correspondiente al grado obligatorio; lo que se considera el fracaso escolar por antonomasia (Escudero, 2007).
En un contexto caracterizado por el progresivo impacto de la globalización cultural y económica, las instituciones tradicionales de socialización como la familia y la escuela se ven seriamente interpeladas. La incidencia de estos cambios alteran las condiciones de vida y el sentido de los proyectos personales gestados en y a través de la participación en el sistema educativo. Entre una de estas transformaciones que recalan en la vida de las nuevas generaciones se encuentra la multiplicación cualitativa y cuantitativa de las situaciones de vulnerabilidad y precariedad, incidiendo ello en que los jóvenes caigan en situaciones de riesgos y sean víctimas de la deserción escolar temprana (Aparicio, 2009).
No debemos olvidar, que también dentro de los factores que este autor menciona sobre posibles contextos que favorecen al fracaso, es también la estigmatización que los docentes hacen de sus alumnos, la falta de hábitos de lectura, de investigación, de reflexión en los hogares y también, por que no, en las mismas aulas
La eficacia escolar se operativiza en términos de valor añadido: entendiendo por eficacia el progreso de los alumnos teniendo en cuenta su rendimiento previo y su historial sociocultural; es decir, lo que la escuela le aporta al estudiante. En segundo término, consideramos la equidad como un elemento básico en el concepto de eficacia.
Si destacamos que el objetivo irrenunciable de todo centro y todo sistema educativo es el desarrollo integral de los estudiantes. Es decir, del desarrollo de la compresión lectora o el cálculo, pero también de la felicidad de los alumnos, su autoconcepto, o su actitud creativa y crítica. Desde esta perspectiva, una escuela eficaz es una condición necesaria aunque quizá no suficiente, de una escuela de calidad (Murillo, 2008).
Muchas veces, las políticas educativas o los políticos, piensan que equidad educativa es repartir a todas las escuelas del país computadoras de último modelo, con os últimos programas y con todos los accesos posibles a internet y toda la tecnología que podamos acceder en este mundo tecno-globalizado, ahora, es ¿equidad educativa tener una computadora si no tengo electricidad?, ¿es equidad educativa tener la computadora, si los chicos pasan hambre y frio? ¿es equidad educativa tener una computadora cuando los docentes no están capacitados debidamente para usarla y enseñar a usarla? ¿es equidad educativa tener una computadora si el edificio educativo se está viniendo abajo?
Como se ve la equidad educativa no sólo pasa por tener los últimos avances tecnológicos, pasa más bien por lograr otros “avances” que no son “tan tecnológicos” como un calefactor, agua potable, electricidad, docentes bien formados, contenidos claros, familias que contengan, socio-afectivamente, a los alumnos, etc de factores, pero sobre todo a mi entender, una Política Educativa Seria!!!!.
Extractos del Texto “Escuela Inclusiva” José Mª Fernández Batanero
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